Las billeteras digitales llegaron para quedarse, no sólo por su practicidad, sino también porque la inseguridad obliga a los argentinos a no portar dinero en efectivo cuando se intenta realizar alguna gestión. Según un informe que realizamos a fines del año pasado junto con la consultora Kantar sobre el comportamiento de las personas en el sistema financiero, el 65% de los encuestados manifestaron tener una billetera digital, un número que creció en los últimos años, en especial con el paso de la pandemia y el cambio de hábitos que implicó ese sistema, advierte Marcelo Fondacaro, CCO de Veritran, una compañía global de tecnología abocada a simplificar las experiencias bancarias. Siguiendo esta línea, las wallets se transforman en un canal a través del cual el segmento más joven de la sociedad, que ya utiliza y gestiona dinero, puede empezar a ingresar al sistema, ahorrar y tomar decisiones dentro del universo financiero. Según un estudio realizado por la ONG Junior Achievement, la Universidad Di Tella y el BBVA, el 51% de los jóvenes que entrevistaron, de entre 14 y 19 años, utiliza al menos una billetera digital, mientras que sólo el 17% tiene cuenta bancaria. “Estos resultados nos hablan de lo importante que es esta herramienta como puerta de entrada para adolescentes al ecosistema financiero”, puntualiza Fondacaro.
El crecimiento que en los últimos años tuvieron las billeteras digitales tiene que ver con el boom de las fintech, pero también da cuenta de la importancia de que los bancos tradicionales desarrollen canales digitales seguros, sencillos y sin fricciones, no sólo para poder acompañar en este proceso de transformación a su comunidad de usuarios sino también para sumar nuevos públicos como los jóvenes, remarca el ejecutivo.
Gracias a las billeteras virtuales se ha llegado a un punto en el que prácticamente el 100% de la población está en condiciones de hacer todos sus pagos por la vía digital. En igual sentido, todas las empresas -incluso los pequeños emprendimientos– aceptan pagos digitales o están en condiciones de hacerlo. La penetración de los pagos digitales alcanza incluso a sectores que operan en la informalidad, indica, por su parte, un informe elaborado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa).
Según el Banco Central, entre 2019 y 2022 la cantidad de transacciones con medios de pago electrónico por persona se duplicó. Pasó de 68 a 138 transacciones por año por persona. Si bien no se cuenta con información precisa sobre el uso de dinero en efectivo, existen indicios de que se viene reduciendo. Por ejemplo, según el Banco Central la cantidad de extracciones de dinero en efectivo por persona por mes cayó entre los años 2019 y 2022 de 3,7 a 3,3. En similar sentido, la cantidad de billetes y monedas (dinero en efectivo) en poder del público medido en términos reales cayó en igual periodo un 50%, puntualiza el diagnóstico privado.
Esta masiva adopción del dinero digital abre una oportunidad de cara al objetivo de reducir la evasión tributaria. Tomando en cuenta los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y del Ministerio de Economía se observa que:
• En Chile la alícuota de IVA es de 19% y la recaudación por IVA es de 8,3% del PBI.
• En la Argentina la alícuota de IVA es de 21% y la recaudación del 7,1% del PBI.
• Esto implica que, con la alícuota que Argentina tiene, podría recaudar 9% del PBI si lograra la eficiencia en la recaudación que tiene Chile.
“Estos datos muestran que hay un amplio margen para mejorar las finanzas públicas a través de la reducción de la evasión tributaria. Para aprovechar esta oportunidad es imprescindible unificar impuestos tendiendo a un sistema tributario más simple y racional y mejorar la eficiencia en la administración tributaria. En este último punto, un rol clave lo juega el dinero digital que, a diferencia del efectivo, deja registrada información de todas las transacciones realizadas. Esto, utilizado inteligentemente, es una potente herramienta para disminuir la evasión impositiva”, indica la entidad dirigida por el economista Jorge Colina.
Un reciente estudio del Centro de Estudios Fiscales presenta un ejercicio de simulación del impacto sobre la recaudación que tendría sostener la digitalización de los pagos en los próximos cinco años. Con supuestos muy conservadores, la recaudación de los principales impuestos nacionales crecería en el orden del 2% del PBI. Si a esto se le agrega el principal impuesto provincial (Ingresos Brutos), el incremento llegaría al 2,3% del PBI. “Es obvio que si la expansión del dinero digital se acelera en un marco de unificación de tributos, los impactos serían más grandes aún y más rápidos. Por lo tanto, sin perjuicio de la importancia estratégica de ordenar el gasto público, no es exagerado confiar en la potencialidad de la unificación de impuestos junto con la masificación de los medios de pagos digitales para morigerar el problema fiscal”, sugiere Idesa.
Para terminar de sustituir el efectivo por dinero digital hay que invertir los incentivos. Según la entidad, el uso del dinero digital no debería estar gravado con ningún impuesto. Lo que debería estar gravado son las extracciones de dinero en efectivo. “Cuando un comercio recibe un pago con tarjeta o billetera virtual no se le deberían retener pagos a cuenta de ningún impuesto (Ingresos Brutos, IVA, etc.) ni impuesto al cheque. El impuesto al cheque debería aplicarse a las extracciones de dinero en efectivo en los bancos con una alícuota más alta incluso (con un monto mínimo no gravado por persona por mes). En paralelo, la AFIP debería usar la información que brinda el uso del dinero digital de manera inteligente para reducir la evasión”, explica en su diagnóstico.
La práctica impositiva actual, tanto nacional como de las provincias, es perversa, entiende Idesa. “Castiga con retenciones impositivas al uso del dinero digital y libera de impuestos al uso de efectivo. La lógica tiene que ser al revés: liberar de impuestos el uso del dinero digital y gravar fuertemente el uso de dinero en efectivo. Con la información que brinda el dinero digital hacer una administración tributaria más eficiente y amigable con el contribuyente”, finaliza.